domingo, 13 de octubre de 2013

LA PAZ


Es la tranquilidad que procede del orden y de la unidad de voluntad. La Paz interior puede existir aun en  medio de grandes tormentos.
La paz es un valor muy fundamental para las vidas de las personas, las familias y las naciones del mundo.

¿Cómo puede entonces cultivarse este gran valor desde nuestro interior? ¿Qué pasos debemos seguir para alcanzar este valor y que el mismo sea fuente fundamental de permitirnos obtener la paz tanto para nosotros como para el resto del mundo? 


Con la paz se puede vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos, son los ideales de paz que más se predican, en contraposición al desastre, la guerra y a todo género de conflictos.
Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde muy dentro del individuo.
No depende de las decisiones de altos funcionarios sino de lo que llevamos en el interior dentro de nuestro corazón y en nuestro cerebro. 
La paz es un valor que suele perderse fácilmente de vista por múltiples razones.

Cuando una nación entra en conflicto con otra y tenemos que vivir sus guerras o las consecuencias de estas, o cuando en la familia los problemas o pleitos comienzan a surgir y comenzamos a apreciar el valor que tiene la paz verdadera. 
La paz puede verse a nivel internacional o a nivel personal, pero en cualquier perspectiva debemos entender que no surge como producto de un "no meterse con nadie", con un dejar hacer a los demás para que me dejen "vivir en paz".

La calma y tranquilidad tampoco se da, necesariamente, como producto de convivir con personas afines.
Las dificultades entre los seres humanos suele ser algo muy común.

Quien no sabe vivir en paz generalmente lo identificamos como una persona conflictiva porque:

- Es imposible llegar a un acuerdo, aunque sea pequeño y de poca importancia.
- Tiene una marcada tendencia a buscar en las palabras y actitudes un doble propósito a todo, normalmente es negativo.
- Se siente aludido y agredido ante cualquier circunstancia, y más si esta en contra de sus intereses personales.
- Busca por todos los medios "salirse con la suya" aunque este equivocado.
- En el trabajo o los negocios crea dificultades inexistentes.
- Discute con mucha facilidad.

Vivimos en una época en la que se habla mucho de armonía y paz interior.
Sin embargo pocos mencionan que una de las mejores formas de alcanzar estos ideales es mediante el espíritu de servicio hacia los demás.

La paz es el fruto de saber escuchar, de entender las necesidades ajenas antes de las propias. 
Mucho de la paz que podamos vivir con los demás radica en nuestra forma de expresarnos.
En algunos momentos tenemos el impulso de hacer notar los errores de nuestros interlocutores sin saber todo lo que tienen que decir, provocando discusiones y resentimientos innecesarios.

Expresar nuestro punto de vista en el momento oportuno, facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar las dificultades, pues ambas partes se sienten escuchadas.
Del mismo modo ocurre cuando se hace necesaria la corrección de una actitud: el disgusto nos mueve a reprender en el momento sin medir las palabras que utilizamos en ese preciso momento oportuno.

¿Cuántas veces nos hemos arrepentido por la excesiva dureza que tuvimos con nuestros subalternos, hijos o compañeros? ¿A veces pensamos que tratamos a los demás con mucha brusquedad? ¿Somos muy bruscos en la mayoría de las veces?

La pérdida de la paz interior consecuente, se debe a la intolerancia e incomprensión que mostramos, generando una imagen negativa y tal vez altanera de nuestra persona.
Por eso es muy importante pensar con serenidad y con calma antes de tomar cartas en el asunto.

Una de las grandes fuentes de la paz, o de la guerra, está prácticamente en la familia.
Por eso se aplica: "La familia que reza unida permanece unida".
Los esposos deben ser conscientes que al crear el vínculo conyugal, se comienza a dar la fusión de distintas costumbres y formas de pensar.
El arte de convivir, olvidarse del afán de dominio y buscar el justo medio entre las diferencias, trae la armonía como consecuencia.

En otras palabras: es necesario aprender a conversar y obtener propósitos de mejora concretos que beneficien a todos en la familia.
En cuanto a la paz familiar, no olvidemos que todas las actitudes de los padres se reflejan en los hijos, por eso es importante saber:

- No discutir o quejarse de los demás delante de ellos.- Saber sonreír aún en las dificultades.
- Evitar que todos sufran las consecuencias de nuestro mal humor.
- Enseñar a disculpar.
- Crear las condiciones apropiadas para hacer agradables todos los momentos de convivencia.

De igual manera, en las relaciones de amistad debe procurarse la buena convivencia.
En una reunión de amigos que ven un partido de fútbol es fácil ver discusiones que comienzan sobre la decisión que tuvo el árbitro en alguna jugada en particular.
En pocos minutos puede crecer la molestia, la palabrería descuidada y al cabo de pocos minutos: el fin de la reunión. A veces la paz es así de frágil.

Como en todos los valores, se requiere la iniciativa personal para lograr vivirlos.
La paz interior surge como un producto del conocimiento propio: aprender a dominar nuestro egoísmo y el deseo de tener siempre la razón en todo lo que hagamos en la vida cotidiana.
Saber escuchar con atención y comprender las debilidades propias y ajenas.
Pero sobre todo: pensar en los demás siempre, y no en nosotros.

Cuando esto ocurre conciliamos de verdad la paz con nosotros mismos y con nuestros semejantes.


Tomado de: http://www.leonismoargentino.com.ar/RefLaPaz.htm

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LA PALOMA DE LA PAZ


Hace miles de años hubo en Asia dos príncipes enemigos que constantemente se amenazaban aprovechando el menor pretexto.
Uno de ellos decidió declarar la guerra y ordenó a los habitantes de su nación que se prepararan para luchar. 

El otro príncipe aceptó el desafío. Sin embargo, como habían pasado más de quince años desde la última batalla, no recordaba dónde estaban guardadas su armadura y su ropa de combate. Cuando faltaba un día para el enfrentamiento pidió a su madre que le llevara su casco. La señora regresó con las manos vacías.
—¿Por qué no lo trajiste? —le reclamó.
—No pude cargarlo, pesa mucho —contestó ella.
—Yo mismo iré por él.
—No, por favor no lo toques —pidió la madre mientras le impedía el paso.
—¿Cómo piensas que puedo ir a la guerra sin casco? —preguntó él.

—Mira hijo, dentro de tu casco, que estaba en el patio trasero, una paloma hizo su nido, y dentro de él hay tres pequeñas crías. Las palomas son las aves de la paz: nunca hacen daño a nadie. Todos los días su madre les trae de comer lo que encuentra. ¿Cómo puedo destruir su nido? Cuando vea que quiero tomar el casco, la madre se irá volando y dejará llorando a los polluelos. Eso traerá desgracias a nuestro país..
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El príncipe no quería discutir con su madre y se presentó al combate sin casco. Al verlo, su enemigo quedó sorprendido.
—¿Cómo se te ocurre combatir así?
—Mi madre halló que en el casco viven una paloma y sus polluelos. No quisimos hacerles daño.

El otro príncipe no podía creer lo que escuchaba y pidió a uno de sus hombres que comprobara si la historia era cierta.

—Pues sí. Dentro del casco hay tres palomas muy pequeñas con su madre. Se me hace que apenas rompieron el cascarón —confirmó el enviado.

Entonces el príncipe le tendió la mano a su enemigo.
—Hagamos la paz para siempre. Le propuso. Tu madre no quiso destruir el nido de la paloma y sus polluelos ¿cómo podemos querer tú y yo destruir los hogares de miles de personas?

Desde aquel día, los dos reinos fueron amigos y la paloma se convirtió en símbolo de la paz.


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 LA PAZ PERFECTA

Había una vez un Rey que ofreció un gran premio a aquel artista, que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron. El Rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas montañas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.


La segunda también tenía montañas, pero eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso, del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo, parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba nada pacífico.


Cuando el rey observó la pintura cuidadosamente vio, tras la cascada, un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Y allí, en medio del rugir de la violenta caída del agua, estaba sentado plácidamente, un pajarito en su nido…


¿Paz perfecta…?

¿Cuál crees que fue la pintura ganadora?
El Rey escogió la segunda.
¿Sabes por qué?
“Porque”, explicaba el Rey, 

“Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajar duro o sin dolor. Paz significa que, a pesar de estar en medio de todas estas cosas, permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz.”    


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¿QUÉ ES LA PAZ?


CUENTO PARA LA PAZ



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