domingo, 13 de octubre de 2013

LA LEALTAD

La lealtad es el cumplimiento de aquello que exigen las leyes de la fidelidad y el honor (como la empresa para la cual trabaja) y a su nación.
La lealtad es una virtud que se desarrolla en la conciencia y que implica cumplir con un compromiso aun frente a circunstancias cambiantes o adversas. 


Se trata de una obligación que uno tiene para con el prójimo. Por ejemplo: “El ayudante técnico mostró su lealtad al entrenador despedido y dejó su cargo”.

Lo contrario de la lealtad es la traición, que supone la violación de un compromiso expreso o tácito. El caso más comúnmente citado es la infidelidad en una relación de pareja: no ser leal a esa persona con la cual se estableció un lazo sentimental es considerado una traición.

Los trabajadores, por otra parte, deben mostrar lealtad a su empresa; en algunos casos, se firman contratos de confidencialidad, que exigen a los empleados la absoluta reserva con respecto a las actividades que realiza en su horario de trabajo, sea que se trate de ideas, nombres de productos o decisiones de la compañía, tales como una estrategia de mercado.
En algunos países, existe una ceremonia mediante la cual los ciudadanos expresan su compromiso y su fidelidad a su patria, que se conoce con el nombre de “jura de la bandera”.

Se habla de lealtad, además, para hacer referencia a la gratitud, compañerismo y amor que algunos animales son capaces de mostrar a las personas. El perro y el caballo suelen ser mencionados como animales leales, capaces de arriesgar sus propias vidas para salvar a sus familiares humanos. Con respecto a esta visión en particular, es necesario hacer ciertas aclaraciones.


En primer lugar, este tipo de lealtad se considera una entrega absoluta, que no repara en el trato recibido, que no exige nada a cambio. A pesar de la crueldad que encierra este tipo de relaciones, se espera que un animal doméstico sea feliz recibiendo la cantidad de alimento que el veterinario de turno decida que es la adecuada, un modesto paseo por la ciudad y eventuales juguetes para calmar su ansiedad, y que soporte cualquier castigo por parte del ser en el cual confía.
Si la lealtad realmente consiste en aceptar torturas por no poder o querer separarse de otro ser vivo, entonces se trata de un término retorcido y siniestro. Detrás de algunos perros de raza pequeña que lucen lazos que no escogieron, que van más seguido a la peluquería que muchas de las personas que conocen, y que curiosamente ladran a todo animal que se cruza en su camino, hay un ser vivo colmado de estrés y de frustraciones, un individuo forzado a vivir encerrado entre cuatro paredes, con tutores que le enseñan a despreciar aquello que debería amar: la libertad y la naturaleza.
Resulta difícil precisar lo que los animales sienten por nosotros, ya que estamos sujetos a nuestra percepción de sus actos y de sus muestras de afecto; pero seguramente la realidad antes señalada se debe a su capacidad de tolerar y de perdonar, de dar nuevas oportunidades a los demás, uno de los tantos puntos en los que nos superan ampliamente como especie. Esto no significa que no sean leales; por el contrario, se trata de un intento por demostrar que su lazo con nosotros es mucho más complejo y profundo que un contrato vitalicio.
La lealtad entre personas y animales ha sido protagonista de muchas de las obras de literatura más importantes de la historia, algunas de las cuales han sido llevadas a la gran pantalla. Dos ejemplos ampliamente conocidos son “Colmillo blanco” y “Azabache”.


--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

LA LEALTAD DEL INSURRECTO


Un insurrecto había sido condenado a morir en la horca. El hombre tenía a su madre viviendo en una lejana aldea y no quería dejar de despedirse de ella por este motivo. Hizo al rey la petición de que le permitiese partir unos días para visitar a su madre. El monarca solo puso una condición, que un rehén ocupase su lugar mientras permanecía ausente y que, en el supuesto de que no regresase, fuera ejecutado por él. El insurrecto recurrió a su mejor amigo y le pidió que ocupase su puesto. El rey dio un plazo de siete días par que el rehén fuera ejecutado si en ese tiempo no regresaba el condenado.

Pasaron los días. El sexto día se levantó el patíbulo y se anunció la ejecución del rehén par la mañana siguiente. El rey preguntó por su estado de ánimo a los carceleros, y estos respondieron:
- ¡Oh majestad!. Está verdaderamente tranquilo. Ni por un momento ha dudado de que su amigo volverá.
El rey sonrió con escepticismo.

Llegó la noche del sexto día. La tranquilidad y la confianza del rehén resultaban asombrosas. De madrugada, el monarca indagó sobre el rehén y el jefe de la prisión dijo:
- Ha cenado opiparamente, ha cantado y está extraordinariamente sereno. No duda de que su amigo volverá.
- ¡Pobre infeliz! - exclamó el monarca.

Llegó la hora prevista para la ejecución. Había comenzado a amanecer.
El rehén fue conducido hasta el patíbulo. Estaba relajado y sonriente.
El monarca se extrañó al comprobar la firmeza anímica del rehén. El verdugo le colocó la cuerda al cuello, pero él seguía sonriente y sereno. Justo cuando el rey iba a dar la orden para la ejecución, se escucharon los cascos de un caballo. El insurrecto había regresado justo a tiempo. 

El rey, emocionado, concedió la libertad a ambos hombres.

MORALEJA:

"Deposita en tu capacidad de libertad interior la confianza del rehén y el camino te conducirá a la meta más alta".

Tomado de: http://fabulasymoralejas.blogspot.com/2010/06/lealtad.html

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

EL CAMINANTE, EL CABALLO Y EL PERRO


Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. 


Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...). 

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.
 


El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo: 

- Buenos días.
 
- Buenos días - Respondió el guardián.
 
- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?.
 
- Esto es el Cielo.
 
- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
 
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián 
señaló la fuente. 
- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...
 
- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.
 

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.
 



Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía. 

- Buenos días - dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto de la cabeza. 
- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.
 
- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar.
 



- Podéis beber toda el agua como queráis. El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre. 

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.
 
- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.
 
- CIELO.
 
- ¿El Cielo? 
- Sí.
- ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!. 
- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián. El caminante quedó perplejo.
 
- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.
 
- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos...
 

(Paulo Coelho)
 

MORALEJA:


"Jamás abandones a tus verdaderos Amigos, aunque eso te produzca inconvenientes personales. Si ellos han estado dándote su amor y compañía has contraído una deuda: "No abandonarlos nunca"." 

Porque:
 

Hacer un Amigo es una Gracia,
 

Tener un amigo es un Don,
 

Conservar un Amigo es una Virtud,
 

Ser un Amigo es un Honor.
 
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

CONOCIMIENTO DEL VALOR DE LA LEALTAD


LEALTAD, TE LO DEDICO A TÍ...




No hay comentarios:

Publicar un comentario