domingo, 13 de octubre de 2013

EL AMOR



Suele denominarse amor al sentimiento o afecto que implica confraternidad entre los seres humanos. En efecto, si bien son muchas las definiciones adoptadas para tan esquivo concepto, en todas ellas subsiste la noción de unidad entre dos o más personas. Tal emoción fue sin lugar a dudas un tópico reiterado en las producciones del arte como así también en diversos espacios de reflexión filosófica.


El primer problema que surge al intentar dar cuenta de los alcances del término, es que este se utiliza para diversas realidades; así, es posible hablar del amor de pareja, del amor a la familia, del amor erótico, etc. No obstante esta pluralidad de sentidos, diversos autores tienden a identificar dos clases de amor con sus características propias: el amor posesivo y el amor abnegado.

El amor posesivo también suele llamarse amor por interés; un ejemplo claro de este tipo de emoción puede darlo el amor erótico. En este caso la persona se siente atraída por aquello de lo que carece, por aquello que experimenta como falta. Cabe señalar que este tipo de amor puede ser ético o no dependiendo de las circunstancias.



El amor abnegado es aquel en que la persona entrega algo de sí a los demás para bien de estos. Así, se encuadrarían en este tipo de afecto aquellas obras de altruismo desinteresado, que podemos observar en aquellos personajes de la historia que han hecho del servicio al prójimo un modo de vida.

En la realidad humana ambos tipos de amor están engarzados de modo tal que es difícil en ocasiones hacer una distinción entre ellos. En efecto, una de las características de la experiencia 
humana es la carencia, siendo solo posible dar aquello que poseemos. La interacción social requiere de nosotros aportar aquello que podemos ofrecer y reconocer que tenemos necesidades que solo pueden ser subsanadas por el aporte de los demás.


El amor se piensa como un tópico muy filosófico, incluso puede sonarnos a discurso religioso, sin embargo es necesario pensarlo como el referente más general que nos permite tomar decisiones éticas. Es la base de toda nuestra actuación, cuando se le considera y también cuando no se le toma en cuenta.

Como sociedad estamos de acuerdo en que lo mejor de la educación, del intelecto, de las potencialidades humanas deben encaminarse al bien individual y de la humanidad, no a la justicia fría, no a la responsabilidad de cada cual, ni al cumplimiento de las obligaciones que nos tocan, sino más allá: tratar a cada quien como quisiéramos ser tratados, con amor.

La idea del amor tiene un significado profundo, de lo que en lo más íntimo de nuestro ser creemos que es bueno o malo; otros valores como la justicia evalúan la transgresión a las normas de observancia externa, el amor es el único que estima la esencia del bien y del mal en nuestra conciencia.

Nos permite tomar decisiones tomando en cuenta lo físico (lo que se ve) y aquello que forma parte de lo espiritual (es decir lo que no podemos ver).

Transitar por la vida sin rencores, perdonando nuestros errores y las fallas de los demás es expresión del amor. La venganza, el engaño, los sentimientos de culpa y el sufrimiento que nos causamos a nosotros mismos y que podemos provocar en los demás, son consecuencia de decisiones que no se apegan al ideal de bondad, sino al “ideal” de la maldad, de la malicia.

A pesar de lo que digamos, es necesario precisar que el buen comportamiento es un proceso de difícil decisión, en todas las situaciones hay opciones que se deben evaluar, complejidades que requieren de preparación y el mejor uso de nuestra inteligencia, el amor nos sitúa en dirección al mayor bien y el menor mal posible.

CÓMO SE DESARROLLA EL AMOR

El valor del amor se desarrolla cuando:

• Vivo tratando de ser feliz.
• Trato de ser consciente de hacer el bien, sin causar daño a las personas ni
a la naturaleza.
• Doy reconocimiento a los que actúan bien, sin aprovecharme, ni
engañarlos.
• Aprecio el interés propio; pero respeto los intereses y derechos de todos.
• Soy ejemplo de dar sin esperar pago alguno, sino por el amor en sí mismo.

PIENSO POSITIVAMENTE

“Cuando actuamos con una conciencia de amor, todo comportamiento es permitido”

“El amor reconoce el valor esencial del ser humano, sin importar su apariencia, ni sus condiciones, habilidades o limitaciones”

PARA REFLEXIONAR

DECÁLOGO DEL AMOR:

1. El reconocimiento y afecto incondicional a todas las personas y la naturaleza.
2. El amor no debe fingirse.
3. Reconozcamos en el amor una expresión de la esencia humana.
4. Lo opuesto al amor es el odio, la envidia, la soberbia, la cerrazón a ser feliz.
5. Abrirse al amor es llenarnos de esperanza, lo contrario es el sinsentido de la existencia.
6. Sin amor podemos gozarnos en placeres; pero sólo el amor perdura.
7. No es necesario entender por qué amamos, para comportarnos amorosamente.
8. El amor predica con el ejemplo.
9. Envidiar el bien ajeno, es disminuir nuestro propio bien.
10. Vivir feliz significa encontrar el amor en todas las cosas.

QUÉ IMPLICA EL AMOR EN NUESTRA FAMILIA

• Comprender profundamente lo valioso del amor, superior a la disciplina, dando oportunidad a todos de superarse en su camino de perfeccionamiento.
• La integración y desarrollo de la familia, requieren del amor.
• Prescindir del amor es llevar a la bancarrota la esencia de la familia; sin el amor cuando mucho lograremos una familia ordenada, pero no amorosa.


                    www.nl.gob.mx/pics/pages/s_valores_amor_base/def_amor.pdf

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FÁBULA DEL AMOR


Un hombre enamorado de una joven intentaba conquistarla llevándole regalos.
Por más flores y prendas que le llevaba la joven no estaba complacida.
- ¿Qué más quieres de mí?, preguntaba el joven angustiado.
Y la joven tranquilamente respondió: - Para que me hagas feliz no necesito regalos ni lujos, solo necesito que me des tu amor y comprensión, así como eres.

MORALEJA:

"La felicidad no se puede comprar con obsequios, solo con los sentimientos más puros de una poersona"


Tomado de: http://www.slideshare.net/ruthyslides/fabulas-creadas-por-ruth-ginarie-presentation

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LA VIDA POR AMOR


Una joven nube nació en mitad de una gran tempestad en el mar Mediterráneo. pero ni siquiera tuvo tiempo de crecer allí; un fuerte viento empujó todas las nubes hacia África. Solo que, al llegar al continente, el clima cambió: un sol generoso brillaba en el cielo y debajo se extendía la arena dorada del desierto del Sahara.

Como a las nubes jóvenes les ocurre lo mismo que a los jóvenes humanos, nuestra nube decidió separarse de sus padres y de sus amigos de infancia para recorrer el mundo.
- ¿Qué estás haciendo? - Se quejó el viento -. ¡El desierto es siempre igual!.
¡Vuelve a la formación y vamos al centro de África, donde hay árboles y montañas deslumbrantes!.
Pero la joven nube, rebelde por naturaleza, no obedeció, después de mucho pasear, se dió cuenta de que una de las dunas le sonreía. Vio que también ella era joven, recién formada por el viento que acababa de pasar. En ese mismo instante se enamoró de su cabellera dorada.

- Buenos días - le dijo.
- ¿Cómo es la vida allí abajo?
- Tengo la compañía de otras dunas, del sol, del viento y de las caravanas que de vez en cuando pasan por aquí. A veces hace mucho calor, pero se puede aguantar, respondió la duna. - ¿Y cómo se vive por ahí arriba?, preguntó.
- También están el viento y el sol, pero la ventaja es que puedo pasear por el cielo y conocer muchas cosas.
- Para mí, la vida es corta, - dijo la duna. - Cuando el viento regrese de los bosques, desapareceré.
- ¿Y eso te entristece? -, preguntó la nube.
- Me da la impresión de que no sirvo para nada, - Respondió la duna.
- A  mí me pasa lo mismo, - Repuso la nube. En cuanto sople un viento nuevo, me marcharé hacia el sur y me transformaré en lluvia. En cualquier caso ese es mi destino.

La duna caviló un poco, y al cabo dijo: - ¿Sabías que, aquí en el desierto, nosotros llamamos a la lluvia el paraíso?. He escuchado varias leyendas de las que cuentan las viejas dunas. Ellas dicen que, después de la lluvia, nosotras nos quedamos cubiertas de hierba y de flores. Pero nunca sabré lo que es eso, porque en el desierto es muy raro que llueva.

- Si quieres, yo puedo cubrirte de lluvia, Aunque acabo de llegar, ya estoy enamorada de ti y me gustaría quedarme aquí para siempre. - Dijo la nube.
- Nada más verte por primera vez en el cielo, yo también me enamoré - dijo la duna -, pero si transformas tu linda cabellera blanca en lluvia, acabarás muriendo.
- El amor nunca muere - dijo la nube -, apenas se transforma; y yo quiero mostrarte el paraíso.
Y se puso a acariciar la duna con pequeñas gotas, durante mucho tiempo, hasta que apareció el arco iris.
Al día siguiente, la pequeña duna estaba cubierta de flores. Otras nubes que pasaban en dirección al centro de África pensaban que eso era parte del bosque que estaban buscando y dejaban caer más lluvia. Veinte años más tarde, aquella duna se había transformado en un oasis, donde los viajeros se refrescaban a la sombra de los árboles.

Todo porque, cierto día, una nube enamorada no tuvo miedo de dar su vida por amor.

Paulo Coelho.

Tomado de: http://amigosflorencianos.foroactivos.net/t65-historias-con-moraleja

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EL VALOR DEL AMOR


VALOR DEL AMOR


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