Ser honesto es ser real, auténtico, genuino.
Ser deshonesto es ser falso, ficticio, impostado.
La honestidad expresa respeto
por uno mismo y por los demás. La deshonestidad no respeta a la persona en si
misma ni a los demás. La honestidad tiñe la vida de apertura, confianza y
sinceridad, y expresa la disposición de vivir en la luz. La deshonestidad busca
la sombra, el encubrimiento, el ocultamiento. Es una disposición a vivir en la
oscuridad.
La deshonestidad no tendría ningún papel en
un mundo en que imperara la realidad y estuviera habitado por seres humanos
plenamente conscientes. Desgraciadamente, debemos de convivir con la
deshonestidad. Los humanos, abrigamos una variedad de tendencias e impulsos que
no armonizan espontáneamente con la razón. Los seres humanos necesitan práctica
y estudio para convertirse en personas benévolas en las que retomar la chispa
divina de la que emergimos. En ese intento hacen muchas cosas que la prudencia
les aconseja ocultar. Mentir es una “fácil” herramienta de ocultamiento y, cuando
se emplea a menudo, pronto degenera en un vicio que arrastra hacia lo
contrario.
La honestidad es de suma importancia. Toda
actividad social, toda empresa humana que requiera una acción concertada, se
atasca cuando la gente no es franca. La honestidad no consiste sólo en la
franqueza, la capacidad de decir la verdad, sino en la honestidad del trabajo
honesto por una paga honesta.
¿Cómo se cultiva la honestidad?
¿Cómo se cultiva la honestidad?
Como la mayoría de las virtudes, conviene
desarrollarla y ejercitarla en armonía con las demás. Cuanto más se ejercita,
más se convierte en una disposición afincada. Pero hay una respuesta rápida que
se puede dar en tres palabras: tomarla en serio.
Se debe reconocer que la honestidad es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad, para la auténtica vida comunitaria. Pero se debe tomar en serio por sí misma, no “como la política más conveniente”.
Se debe reconocer que la honestidad es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad, para la auténtica vida comunitaria. Pero se debe tomar en serio por sí misma, no “como la política más conveniente”.
Hay una gran diferencia entre tomar en serio la verdad y no dejarse pillar. Los padres a menudo decimos “que no te pille de nuevo”, y es comprensible, pero una vida buena y honesta es más que eso. El desarrollo moral no es un juego de “píllame si puedes”. Conviene concentrarse en lo que importa de verdad, la clase de persona que uno es, y la clase de persona que uno quiere ser.
No hay medias tintas con la honestidad.
LA PREGUNTA
Si el mundo entero fuera como tú (ni una
pizca mejor),
si fuera igualmente puro y franco,
tan puro y franco como tú,
igualmente libre de malas intenciones,
de extorsiones y engaños,
de planes para burlar al prójimo,
de planes para engañar al prójimo,
de planes para aplaudir al desalmado...
¿sería mejor el mundo?.
si fuera igualmente puro y franco,
tan puro y franco como tú,
igualmente libre de malas intenciones,
de extorsiones y engaños,
de planes para burlar al prójimo,
de planes para engañar al prójimo,
de planes para aplaudir al desalmado...
¿sería mejor el mundo?.
Si el mundo entero te siguiera (al pie de la letra)
¿sería un mundo más noble,
totalmente despojado
de engaños y falsías,
la malicia, el egoísmo y la lujuria
se borrarían bajo esa costra
que cubre el corazón humano?
Dime, si a ti te imitara,
¿sería mejor el mundo?
BUSCA LA VERDAD EN TI MISMO ANTES DE BUSCARLA EN LOS DEMÁS.
Desde ahí, uno empieza a entender la realidad de la honestidad.
Tomado de: http://www.proyectopv.org/1-verdad/honestidad.htm
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Pacía un toro en una pequeña isla, y dos escarabajos se alimentaban de su boñiga. Llegado el invierno, uno de ellos dijo al otro que iba a cruzar el mar a fin de que su compañero tuviera suficiente alimento, mientras él pasaría el invierno en tierra firme. Agregó que si encontraba comida en abundancia le traería a él también.
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LOS DOS ESCARABAJOS
Cuando el escarabajo llegó al continente, encontró en él muchas y frescas boñigas, por lo que se estableció allí y se alimentó abundantemente. Pasó el invierno y volvió a la isla. Al verle su compañero gordo y saludable, le reprochó que no le hubiera llevado nada de lo prometido.
- No me culpes a mí -repuso-, sino a la naturaleza del lugar, porque se puede encontrar con qué vivir en él, pero es imposible alzar vuelo con tanta carga.
MORALEJA:
"Siempre encontrarás supuestos amigos muy buenos para adular y prometer, pero no pasan de ahí, negándose a la hora real, de dar un servicio".
http://las2e2.soopbook.es/chapter/fabulas-sobre-la-honestidad/
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EL MISTERIOSO LADRÓN DE LADRONES
Caco Malako era ladrón de profesión. Robaba casi cualquier cosa,
pero era tan habilidoso, que nunca lo habían pillado. Así que hacía una vida
completamente normal, y pasaba por ser un respetable comerciante. Robara poco o
robara mucho, Caco nunca se había preocupado demasiado por sus víctimas; pero
todo eso cambió la noche que robaron en su casa.
Era lo último que habría esperado, pero cuando no encontró
muchas de sus cosas, y vio todo revuelto, se puso verdaderamente furioso, y
corrió todo indignado a contárselo a la policía. Y eso que era tan ladrón, que
al entrar en la comisaría sintió una alergia tremenda, y picores por todo el
cuerpo.
¡Ay! ¡Menuda rabia daba sentirse robado siendo él mismo el
verdadero ladrón del barrio! Caco comenzó a sospechar de todo y de todos.
¿Sería Don Tomás, el panadero? ¿Cómo podría haberse enterado de que Caco le
quitaba dos pasteles todos los domingos? ¿Y si fuera Doña Emilia, que había
descubierto que llevaba años robándole las flores de su ventana y ahora había
decidido vengarse de Caco? Y así con todo el mundo, hasta tal punto que Caco
veía un ladrón detrás de cada sonrisa y cada saludo.
Tras unos cuantos días en que apenas pudo dormir de tanta rabia,
Caco comenzó a tranquilizarse y olvidar lo sucedido. Pero su calma no duró
nada: la noche siguiente, volvieron a robarle mientras dormía.
Rojo de ira, volvió a hablar con la policía, y viendo su
insistencia en atrapar al culpable, le propusieron instalar una cámara en su
casa para pillar al ladrón con las manos en la masa. Era una cámara modernísima
que aún estaba en pruebas, capaz de activarse con los ruidos del ladrón, y
seguirlo hasta su guarida.
Pasaron unas cuantas noches antes de que el ladrón volviera a
actuar. Pero una mañana muy temprano el inspector llamó a Caco entusiasmado:
- ¡Venga corriendo a ver la cinta, señor Caco! ¡Hemos pillado al
ladrón!
Caco saltó de la cama y salió volando hacia la comisaría. Nada
más entrar, diez policías se le echaron encima y le pusieron las esposas,
mientras el resto no paraba de reír alrededor de un televisor. En la imagen
podía verse claramente a Caco Malako sonámbulo, robándose a sí mismo, y
ocultando todas sus cosas en el mismo escondite en que había guardado cuanto
había robado a sus demás vecinos durante años... casi tantos, como los que le
tocaría pasar en la cárcel.
Autor: Pedro
Pablo Sacristán
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HONESTIDAD
LA FLOR DE LA HONESTIDAD
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